Thursday, April 2, 2009

El canto del dragón es inimitable


Enseñanza oral del monje Kosen Thibaut, kusen sobre Gyoji

Gyoji

Tengo previsto hablarles de diferentes puntos maravillosos del universo del Zen. Pero para ello, espero un poco a que la armonía de unos con otros se haga a través de zazen. Esta armonización lleva siempre algún tiempo. Es como entre una mujer y un hombre que desean tener una relación amorosa tras haber estado separados: se aconseja un tiempo de armonización antes de volver a hacer el amor juntos de nuevo. Seamos pacientes: para el zazen, es igual.

Todo el mundo influencia a todo el mundo en un dojo. Justamente, alguien me preguntó una vez si realmente se podía creer en esa influencia de unos sobre otros en el dojo. Pero es evidente: se influye con la postura, con la energía, y también con el estado de espíritu de cada uno. En mi sangha, hay muchos monjes y monjas muy fuertes y esto influencia totalmente el ambiente, esto ayuda mucho a los principiantes. Por ello, no quiero, que si organizo una sesshin de cuatro días, la gente diga que sólo hará tres, dos o un día. Hay que comprometerse desde el principio hasta el final, una sesshin no es un encuentro mundano o diplomático.

El capítulo 30 del Shobogenzo se llama Gyoji. Es un término que escuchamos a menudo al Maestro Deshimaru, quien comentó este capítulo en la época en que construíamos el templo de La Gendronnière: "Gyoji! Gyoji! Your gyoji must be strong!" Nos decía Sensei a golpes de kyosaku, empujándonos a ir sin cesar hasta el límite de nosotros mismos... e incluso mucho más lejos. Decía: "Si están cansados ayudando al Dharma, practicando la Vía, ese es un gran mérito. Si enferman a causa de la Vía, ¡es aún mejor! No tengan miedo: la práctica no les destruirá jamás, sólo la no práctica destruye." Nunca tuve la impresión de fanatismo al escucharle hablar así (con otro, ¿hubiera sido diferente, tal vez?), lo que había detrás de las palabras me cautivaba. Sensei daba siempre la impresión de no tomar en serio nuestro ego, nuestro karma, ni nuestra vida siquiera. Nos hacía sentir que nosotros no éramos en absoluto importantes como ego, sino al contrario, muy importantes como buda. Y, contrariamente a lo que tendría que haber ocurrido (ya que de ordinario, el que alguien denigre el ego de otro provoca reacciones agresivas), esto nos procuraba un verdadero alivio. Nos provocaba unas curiosas ganas de reirnos de nosotros mismos. Y nos sentíamos libres y fuertes.

Nunca comprendí realmente lo que significaba el término “gyoji”. ¿Habrá utilizado Sensei esta expresión a modo de látigo para hacernos trabajar más deprisa? El maestro tiene el derecho de utilizar a su manera, a su voluntad, las enseñanzas de los antiguos maestros para llevar a sus discípulos allí donde quiere. A través de su enseñanza del Gyoji, comprendí un cierto aspecto, está claro. Pero me doy cuenta de que mucha gente se ha equivocado. Toman siempre una enseñanza desmesurada, enorme, para hacer de ella algo estrecho. Rápidamente la palabra “gyoji” se convirtió en sinónimo de “rutina”. Gyoji quiere decir “repetir”, repetir todos los días. No es sólo eso, sin embargo, si algo os parece bueno o justo, entonces hay que repetirlo hasta el infinito, exactamente como la tierra, que nunca deja de girar alrededor de su sol, es su santo gyoji. Es santo a fuerza de ser repetido, es repetido porque es santo.

“Gyo” significa “hechos, acciones o una conducta y “ji” significa “actualización, observancia de los preceptos” o de un modo más simple “auténtico”. Se podría, pues, traducir “gyoji” por “conducta pura” o “hechos a través de los cuales ha sido, es, o será actualizada la observancia de los preceptos”. Nos encontramos, entonces, delante de un nuevo koan: ¿qué es la observancia de los preceptos? También esto, en el budismo zen, tiene una dimensión completamente particular.

Cuando se recibe el shiho, la transmisión del Dharma, se nos transmiten tres documentos. Pero, evidentemente, estos documentos son símbolos de algo mucho más real pero mucho menos visible que nos es transmitido entonces por el maestro. Un poco como si nos transmitiera un virus. Además, en la antigüedad, durante la ceremonia de transmisión del Dharma, la sangre del maestro y la del discípulo se mezclaban y se sellaban los documentos con esta sangre. Ahora, en Japón, la mayoría de los shihos son ceremonias completamente formalistas, que tan sólo representan un grado más en la jerarquía de la secta soto. Por eso he elegido seguir el shiho auténtico, tal y como Sensei nos hizo soñarlo. Un virus, cuando uno lo contrae, puede permanecer inactivo durante mucho tiempo, uno puede incluso vivir toda su vida con él sin que llegue a manifestarse, y sin embargo, nos fue transmitido correctamente. Sea como sea, si no se manifiesta ahora, lo hará en una vida futura. Para hacerles comprender lo que es la transmisión del Dharma: si les dicen: "¡Toma, te he transmitido el virus de la gripe!", mientras que no tengan síntomas, quedará en algo puramente imaginario. Pero cuando se manifieste, sentirán exactamente lo que esto significa. Los tres documentos que se reciben durante esta ceremonia simbolizan algo muy profundo, algo invisible, indefinible. Se transmite el Dharma, a eso se le llama el shiho; se transmiten los preceptos; y se transmite el verdadero Ku. La transmisión de los preceptos, es la transmisión del puro gyoji. Los preceptos, es la moral innata, transmitida desde la prehistoria. El Dharma, es la sabiduría transmitida por el Buda. Y Ku, es la transmisión de la verdadera naturaleza de todos los fenómenos. De hecho, estas tres cosas son una, pero son tres aspectos de la gran verdad.

La transmisión de los preceptos es casi la más importante de las tres. La palabra precepto siempre me ha parecido bastante repelente. Pero con el tiempo, y gracias, justamente, a la transmisión de este virus, he descubierto que era algo completamente diferente de lo que creía, algo completamente maravilloso, completamente fácil, un regalo inmenso. De hecho, los preceptos, la transmisión de este virus, es un no-virus, es lo opuesto totalmente a un virus. Si han recibido la ordenación, han recibido los diez preceptos fundamentales. Pero esos diez preceptos no son más que una formulación muy aproximada de los verdaderos preceptos. Me ha llevado mucho tiempo descubrir que los preceptos eran absolutamente indescriptibles. A más preceptos se nos den -se den diez, cien o mil-, más esto será una manifestación de nuestra imposibilidad de percibirles directamente en su realidad. Es algo vivo. Es algo fabulosamente bello y perfecto y al mismo tiempo completamente natural y normal, como la naturaleza. La naturaleza, es espléndida, magnífica, fabulosa, pero al mismo tiempo, es normal. Así es la verdadera moral y la verdadera pura conducta humana, como la naturaleza: virgen. Cuando uno oye la palabra “virgen”, puede pensar en la Virgen Maria, inmaculada, también puede pensar en la selva virgen. No es sólo limpio, también es mortal, también es poderoso, peligroso, impenetrable.

Cien, mil, diez preceptos, eso no es lo importante. Es siempre un acercamiento aproximativo a la verdad. Cada ser humano debería tener sus propios preceptos. Quizás, para algunos sería posible matar, para otros no; para algunos, sería posible hacer el amor, para otros no; quizás en algunos momentos sería posible hacer unas cosas, y en otros no. Por eso los preceptos sólo pueden transmitirse silenciosamente. Durante la ceremonia del shiho, en Japón, a menudo oía a los asistentes del Maestro Niwa -y especialmente a un gran, gran monje al que quería mucho- hablar siempre de la transmisión de los preceptos. Este gran monje -grande por su altura, al menos dos metros-, muy impresionante, muy dulce, había seguido al Maestro Niwa desde su infancia, desde los 14 años. (Quizás hubiera hecho mejor dedicándose al baloncesto en vez de al Zen...) Decía: "¡Ah! ¡La transmisión de los preceptos, es muy importante!". Yo no tenía ni idea de lo que eso podía ser exactamente.

El Maestro Kodo Sawaki decía: "El precepto más importante, es la no avidez." Es un precepto que podría aplicarse a toda la humanidad. El maestro Vimalakirti dijo un día: "Si pueden permanecer indiferentes ante el sustento, todos los fenómenos les parecerán idénticos. Si todos los fenómenos les parecen idénticos, con toda seguridad podrán permanecer indiferentes ante el sustento." El sustento, no es sólo la comida. El sustento, es todo lo que uno pueda imaginar para la boca, la nariz, le culo, los ojos, las orejas. Hasta hace algunos días, yo fumaba en pipa. Tenía siempre mi pipa en la boca, para compensar la ansiedad. A los bebés, se les da una tetina. Fumar en pipa aporta una gran tranquilidad, un gran consuelo. Es una relación constante con el fuego, el hogar. Es verdad que el fuego es terriblemente necesario para el ser humano, es un pacto firmado hace algunos millares de años. Sin embargo, poco a poco, el fuego desaparece de nuestras vidas y se ve aparecer en el ser humano deficiencias profundas de la energía del fuego. Dice Dogen: "Tan solo dejen a la transmisión de la enseñanza llegar a ser igual que el sustento, entonces igualmente el sustento llegará a ser la transmisión de la enseñanza" Es así como se transmite la enseñanza: nos sentamos juntos, recibimos la enseñanza del maestro juntos, comemos juntos, no importa qué, no importa cómo. La transmisión está mucho más allá de la noción de conocimiento: verdaderamente, en el Zen, se la come, se la mastica, se la digiere. En este sustento, está también la transmisión de los preceptos. La transmisión de los preceptos que va a revelar en ustedes, en un momento dado, gyoji. Gyo ji, es decir, la vida eterna...

Durante esta sesshin, voy a explicarles la manera tradicional, tal y como Sensei lo enseñó, de tomar las comidas en el templo o durante las sesshines. Puesto que las realidades históricas no son las mismas y los hábitos de vida son diferentes, Sensei eligió no complicar a los europeos con detalles técnicos ligados a las costumbres niponas, pero intentando conservar e incluso destacar el estado de espíritu transmitido de maestro en maestro desde la India.

Aquí, no se puede hacer como en Japón. En primer lugar, los dojos no están construidos de la misma forma. En nuestra sangha, en el dojo, somos muy numerosos, disponemos de menos espacio. En los dojos tradicionales, en Japón, se utilizan boles, utensilios especiales típicamente japoneses, se come con palillos, hay todo un ceremonial. Lo importante, es el estado de espíritu con el que se consideran las comidas en la práctica. Hasta el punto de poder, incluso, dedicar las comidas. Con la ceremonia, los sutras, se dedican las comidas a las personas enfermas o con necesidad de ayuda, a personas fallecidas, o a alguien que ofrece alimento a la comunidad -alguien que viene con un gran trozo de tocino, que se lo ofrece al tenzo para la sangha y que puede pedir: "Por favor, ¡dedicadme una comida!". Es muy poderoso. El hecho de tomar alimento no es cualquier cosa. Voy a explicarles todo esto, y también lo que quiere decir unirse al gyoji de los grandes maestros, encontrar la moral fundamental.

Al sonido del metal, que anuncia que la comida está lista, todos los discípulos deben ir inmediatamente a la sala prevista para las comidas. En general, durante las sesshines, se come en el dojo. En Japón, cada monje tiene una plaza acreditada y un espacio del tamaño de un tatami en el que come, duerme y hace zazen. Se entra en el dojo de la forma habitual, haciendo gassho: la punta de los dedos a la altura de la nariz, los brazos horizontales, sin tocar el pecho, los codos separados de los costados, uno se inclina y la punta de los dedos sigue el movimiento de la cara. Uno retorna a su sitio. Los discípulos más antiguos deberían sentarse en el lado derecho del dojo. Al lado derecho del dojo se le llama los sitios altos, y al lado izquierdo los sitios bajos. Después de haber saludado al zafu y al otro lado del dojo, uno se sienta muy derecho, en medio loto, coloca bien el kesa, pone los boles delante suyo dejándoles envueltos. (Normalmente, cada uno tiene sus boles, empaquetados con una tela. Después de la comida, no hay samu de vajilla, cada uno limpia sus boles con el agua caliente servida al final de la comida.) Y se espera en silencio. Una vez que todos los discípulos están instalados, el maestro entra y ocupa su lugar. El primer sutra comienza. Durante este primer sutra, si tienen boles tradicionales, tienen que "abrir" les: deshacer el nudo de la tela que les envuelve, sacar la cuchara y los palillos, posarlos horizontalmente delante de los boles, las puntas hacia la izquierda, hacer gassho.

El método tradicional enseñado por Dogen es bastante difícil pero se puede conservar algunos detalles. Es más inteligente crear un método adaptado a la situación que seguir punto por punto el método japonés, que es muy complicado. De primeras, hay que pagarse los boles - ¡ muy caros ! Después, hay cinco boles, que hay que sacar con los dos pulgares... Es un truco que hay que coger, como un prestidigitador. Dogen mismo dijo que no hay conocimiento del método indio enseñado por el Buda, donde los monjes debían probablemente, de utilizar sus manos para comer. Tiene, sin embargo, ciertamente que haber un método. Dogen adaptó un método japonés a partir del método chino. Los palillos no existían en la India. Sólo un bol.

Una vez terminado el primer sutra, el tenzo debe ofrecer un plato al Buda, o a Sensei, con un poco de todo lo que ha preparado, después hacer sampai y anunciar el menú. Entonces el servicio puede comenzar. Las personas del servicio comienzan por servir al maestro, después al shusso. Y después, como he dicho más arriba, hay que fijarse en un detalle interesante: es posible dedicar la comida y los sutras que la acompañan a una persona - una persona fallecida, una persona necesitada de ayuda, una persona que hubiera hecho una donación de alimento a la comunidad. "En ese caso, dice Dogen, en el momento en el que el tenzo ofrece el alimento al Buda, después de haber hecho sampai anuncia la dedicatoria, dice el menu, y el sutra continúa."

Al final de los sutras, cuando el maestro recita "Jiten...", hay que hacer una ofrenda de comida para los seres hambrientos. La tradición es ofrecer siete granos de arroz sobre el mango del palo plano que sirve para lavar el bol. Nosotros no comemos arroz en todas las comidas, así que ofrecemos un pequeño trozo de pan, no merece la pena hacer un trozo demasiado grande. No es necesario usar utensilios para cortar el pan. Se dan cuenta de que siempre hay que enfrentarse a este problema de las comidas. Para Nishiyama, un amigo japonés que ha enseñado el Zen en Alemania, lo más importante, es enseñar a los discípulos como utilizar los boles japoneses. Como si hubiesen aprendido algo de gran importancia sobre el Zen al saber abrir sus boles, doblar su servilleta... Pero hay que comprender la esencia.

Antes, los monjes tenían que mendigar la comida, especialmente en India. Tenían un gran bol para llevar mucha comida al templo. Después, en China, se desarrolló el trabajo en el huerto. Había donaciones de arroz en los templos y los monjes salían menos a mendigar por las calles. En Japón, la ceremonia de la mendicidad existe aún, pero sólo en forma de folklore. Ahora, si alguien hiciera la ceremonia de la mendicidad en la calle, seguramente sería llevado al hospital psiquiátrico. Sobre todo, uno no debe dirigir ni una mirada, ni la palabra a la gente. Entonces, si un policía le pregunta a uno qué está haciendo, uno continúa andando en kin-hin, con el bol, sin responder... Uno se enfrenta a otros problemas: los monjes tienen que ganar dinero para practicar, no sólo para comer. De hecho, practicar y comer, es lo mismo. El espíritu, la esencia no ha cambiado... Actualmente, es más difícil. De hecho, los monjes actuales son más fuertes que los monjes de la antigüedad.

Se dice que las comidas servidas a los monjes ofrecen recompensas ilimitadas llenando de alegrías eternas. En particular, la comida de la mañana ofrece diez beneficios: en primer lugar el color de la buena salud, después la fuerza, después la longevidad, el confort, una buena digestión, prevenir los golpes de frío, aliviar el hambre, aliviar la sed, y en fin, ir correctamente a los baños. Así, después del zazen y el desayuno de la mañana, los dones materiales y espirituales de las comidas y de la enseñanza son dos ofrendas de un mérito y de una virtud inconmensurable. La perfección de la generosidad está pues completamente ejercida.

Algunos consejos suplementarios: es importante, en los dojos que practican la ceremonia de la genmai por la mañana después de zazen, e igualmente durante las sesshines, que el servicio esté regulado de manera perfecta y se efectúe rápidamente aunque con tranquilidad. Los sampai de los que sirven deben de estar terminados antes del final del “Bussho Kapila”. La ofrenda al Buda debe encadenarse rápidamente. Cuando el bol del maestro esté llenándose, se comienza “Shinjin pashin”. Dogen dice al respecto: "Si el servicio es demasiado rápido, los que lo reciben sentirán que se les mete prisa, si el servicio es demasiado lento, los que llevan sentados mucho tiempo estarán molestos. Los que sirven utilizan sus propias manos y no dejan a los monjes que cojan la comida ellos mismos." Dice además: "Sigan los deseos del monje en lo que concierne a la cantidad de comida. El modo de recibir la comida es aceptarla con respeto." Normalmente, las personas hacen el servicio de dos en dos: uno que lleva la marmita y otro que sirve. Los monjes están en fila. En el momento en el que la marmita llega ante uno, se levanta el bol, tensos los brazos, a la altura del rostro. La persona que sirve llena el bol hasta que se le haga un gesto con la mano para indicarle que tiene bastante. Tomen una cantidad conveniente para no tener que dejar. La persona que sirve no debe derramarles nada sobre las manos o sobre los costados del bol. Incluso si no se puede practicar exactamente de esta manera, es bueno conocerla. Es gracioso, al leer estos escritos de Dogen, ver los puntos sobre los que insiste. A Dogen, seguramente, le gustaba mucho comer. Éste debía de ser su único bonno. Le gustaban mucho los boles super llenos. En su descripción, dice: "Sobre todo, es necesario que sirvan al monje hasta que tenga suficiente."... En los templos, en principio, sólo se sirven dos comidas. La principal, es la comida de por la mañana. Antiguamente, se hacían ofrendas a los gakis también por la mañana. Ahora, ya no se hace, se hace sólo al mediodía. Y por la noche, no hay comida. Es decir, que la comida de por la noche no está considerada como una comida sino medicina para los monjes, por lo tanto no hay ceremonia, no hay ofrendas, es una comida informal. Cuando se conoce Japón, uno también se ríe al leer esto. Ya que, el saké, está también prohibido en los templos, pero lo llaman también una medicina: hannyato. Seguramente, en los templos, por la noche, ¡todo el mundo quiere cuidarse!

El capítulo del Shobogenzo: Gyoji es una de las grandes enseñanzas que nos transmitió el maestro Deshimaru, me recuerda cuando llegamos a la Gendronnière. Durante meses, cortamos zarzas, limpiamos senderos y caminos. Poco a poco aquello se organizó. Después, cuando todo está limpio, se empieza a pensar en los detalles. El Maestro Deshimaru llegó como un bulldozer a Europa en medio de gente que no sabía nada sobre el zen. Tuvo que soportar a los que conocían todo del budismo por los libros. Llevó una enseñanza directa, brutal, a sus discípulos. Nos marcó a fuego. Si se nos pregunta que recuerdo guardamos del Maestro Deshimaru, a propósito del capítulo Gyoji del Shobogenzo, nos levantamos la manga y mostramos una cicatriz, algo comprendido con el cuerpo, pero que no se puede explicar. Sensei nos transmitió esta enseñanza, pero no para nosotros personalmente. No hizo todo ese esfuerzo para salvar a Stéphane Thibaut, Jean Claude Gaumer o cualquier otro. Se sirvió de nosotros para transmitir algo super precioso a las generaciones futuras. Al principio la gente se sorprendía: "¿Por qué, ustedes, occidentales, practican zen? Es un poco un snobismo, una moda, una secta quizás." La gente no tiene ni idea de lo que es, ni siquiera los que practican lo saben. En cuanto a mí, mi trabajo, no es el de bulldozer, consiste en hacer comprender al mundo el tesoro que ha recibido con la verdadera práctica del Zen hoy transmitido. Tomar conciencia a la vez del valor real del ser humano. Se podría suponer que el ser humano es una mezcla entre Dios y el animal. Hasta ahora, a mirado la verdadera religión como un mono mira a la luna. Ahora, es necesario que mire al animal que es, como un Dios que también es. Este capítulo, Gyoji, es una enseñanza que puede ayudar a la humanidad.

Ante el problema del trabajo, del sentido del trabajo, lo que ha ofrecido el Zen es maravilloso. Es precisamente lo que necesita el animal humano para volverse divino a través de las cosas más simples. Desde hace cuatro o cinco años, repito que el mundo va a cambiar fundamentalmente en poco tiempo, y que nosotros, los monjes Zen, podemos contribuir a cambiarlo en algo positivo. Aquí y ahora, ha llegado el momento en el que vamos a volvernos útiles. A menudo, el monje es inútil. Cada gran maestro ha actualizado un Gyoji que le es propio. Como compañeros que tiene que ejecutar una obra de arte perfecta. Cada monje tiene que realizar un Gyoji. Gyo significa: "hacer", en japonés, ejecutar, actuar o "manera de conducirse": Y Ji significa: "observancia de la moral fundamental". Es importante. Acordaros de Moisés y las tablas de la ley. Dios las formuló con fuego, inscribiendo los diez preceptos en la piedra. Pero la moral está más allá de cualquier precepto, sea el que sea. La nueva civilización tiene necesidad de experimentar, redescubrir esta moral fundamental. El gran problema actual es el desempleo, hay quejas o se está inquieto a causa del desempleo. Pero en realidad, el problema no está ahí, no todos los seres humanos están buscando empleo, sin embargo, todos buscan su Gyoji, la manera en que van a poder expresar en su vida los valores fundamentales. Estoy leyendo un libro escrito por una mujer. Dice: "¿En qué sueño nos mantienen al fomentarnos las crisis a la salida de las cuales saldremos a la pesadilla? ¿Cuándo tomaremos conciencia de que no hay crisis sino una mutación de la sociedad, de la civilización? Participamos de una nueva era sin llegar a verla, sin admitir, ni siquiera percibir que la era precedente ya ha desaparecido."

El primero de los Gyoji contados por el Maestro Dogen es, claro está, el de Shakyamuni Buda. No puedo leer el texto porque no hay suficientes días, pero conozco algunos puntos importantes. ¿Cuáles fueron los valores puestos en evidencia por las acciones de Shakyamuni Buda? Esta mañana decía que el hombre es una mezcla entre animal y Dios. Ha mucha gente le gusta adoptar animales: perros, lindos perros de raza, es original, gatos, hamsters, peces de colores, serpientes de agua. Lo difícil es responsabilizarse del animal, o incluso de una planta. Pero lo más difícil de aceptar, es adoptar a nuestro propio animal: educarle, hacerle feliz, utilizarle. Aquí, utilizan bueyes para labrar la tierra.

Es gracioso venir a la comunidad del Arche, donde han permanecido muy alejados de los valores actuales. También es un Gyoji llegar a vivir con lo fundamental. Lo primero que se dice del Gyoji de Shakyamuni, es que abandonó todos sus privilegios de príncipe para ir a la búsqueda de lo fundamental: privilegios de rango social, riquezas, claro está, confort: su palacio debía ser confortable. Abandonó su harén, y también a una mujer a la que amaba, su padre, su madre, y sus hijos. Dejó todo por algo más importante. Mediante este acto, expresó un valor fundamental, una moral fundamental.

No es por un sentido moral, es mucho más profundo, más allá de todo lo que puede desear un hombre -puesto que tenía todo lo que un hombre puede desear- Shakyamuni eligió algo más importante. Cuando se fue al alba, quiso abrazar a su hijo, no lo hizo. Se dijo: "Si hago eso, no podré irme". He aquí un tema muy interesante. Todo el Gyoji de Shakyamuni Buda funda las bases de al práctica de siempre de los monjes budistas, es por tanto, muy importante. ¡Abandonar el mundo!. Muchos se han hecho monjes, se han afeitado la cabeza, pero pocos tienen que abandonar un mundo tan perfecto como el de Shakyamuni. La mayor parte de nosotros ha abandonado un mundo mediocre, una familia neurótica, una sociedad degenerada, pero de todas formas, a veces es más difícil abandonar el infierno que el paraíso. Nosotros los monjes de hoy, no debemos tomar ninguna de nuestras relaciones a la ligera. No se abandona por cobardía o por deseo. "No abandonar" puede volverse también "Gyoji". Observaréis que a veces los Gyoji de los maestros son completamente opuestos. El Gyoji de Mahakashyapa era el opuesto de Shakyamuni Buda, y sin embargo expresaba la misma verdad, el mismo valor fundamental. Hoy hace siete años, falleció un amigo, uno de los monjes antiguos: Etienne Mokucho Senku, que murió muy joven. Le dedicaremos esta mañana de zazen y la ceremonia. Hay siempre una lucha o conflicto entre el animal y el Dios que hay en nosotros. Es lo que provoca el Gyoji de los grandes monjes, es decir, actos en absoluto ordinarios. ¿Por qué los Maestros actúan así? La muerte de Etienne era también su Gyoji. Dogen escribe que la virtud de la actitud, de la conducta o de los actos de estos maestros les sostienen e igualmente sostienen el mundo exterior. Muy importante. La acción más importante que hizo Etienne, su enseñanza, fue su súbita muerte. Personalmente, cambió radicalmente mi vida, mi manera de percibir las cosas. Creo que muchos de sus compañeros, parientes, sintieron lo mismo. Es lo que se denomina una enseñanza mediante el cuerpo. En relación con el Gyoji de Buda, se habla de sus seis años de mortificación.

Desde que abandonó su palacio, buscó la vía hasta su muerte, aún influyen sus acciones. En la Sangha, a menudo se dice que los principiantes son más sinceros que los antiguos. No es el caso de mi Sangha: los antiguos son cada vez más fuertes, cada vez más sinceros. No degeneran, los principiantes quedan impresionados por ellos. A veces huyen. Los que son fuertes continúan. Estos seis años de mortificación del Buda es la determinación del principiante. El principiante no tiene el satori, por tanto, su fe está basada en suposiciones, en la esperanza. Es diferente de la fe del que ha realizado, se ha despertado. Busca, se da. El primero en dar ejemplo es el Buda. Esta fe del principiante que abandona su propio cuerpo es muy importante.

Vamos a estudiar el Gyoji de todos los maestros punto por punto. Esta época del principiante es muy importante. No sólo en el Zen, sino en toda nuestra sociedad. Los que no practican Zazen, ¿qué es lo que tienen para reemplazar esta fe del principiante? Bachillerato, servicio militar, boda... Momentos importantes. Prefiero la boda. Sea lo que... Nuestra misión es también abrir el verdadero budismo a toda la humanidad. Si el budismo no sirviera más que a los budistas, sería limitado. Muchos creen que el budismo es rezar delante de una estatua, pedir la bendición al Dios, quemar incienso, creer en Buda... no es eso en absoluto. El verdadero budismo es realizar que la naturaleza de todo hombre es divina, que la vocación de cada ser humano es volverse un Dios. Si el hombre realiza su naturaleza de Dios, entonces el mundo entero, montañas, árboles, cielo, animales, insectos, todo, todo, todo, puede realizarlo al tiempo que él. ¡Qué responsabilidad! Eso es el budismo, no hay más Buda que vosotros mismos. Religión humana de actualidad. En lugar de esto, se va en el sentido opuesto. Dios = animal: peligroso. En lugar de despertar a todas las existencias, se las contamina, se las ensucia. Un dios que rompe sus juguetes. No miren afuera.

Después de seis años a partir de su fe de principiante, el Buda se despertó y se dice que se despertó simultáneamente con la gran Tierra y todas las existencias. Estos son los dos primeros actos del Buda: abandonar su familia y obtener el espíritu del principiante, hasta el despertar. Después esto continúa: tras el despertar, el Gyoji continúa.

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